Con la tecnología de Blogger.
jueves, 27 de octubre de 2011

Cuando Dios guarda silencio


INTRODUCCIÓN:
¿Alguna vez ha pensado usted que Dios guarda silencio?

Por ejemplo, usted ha orado, ha pedido dirección para su vida y no hay respuesta.
Quizá sufrió una enfermedad o una molestia física y pidió a Dios que le sanara; pero parece
que Él no le escuchó. O, acaso ve que sus hijos andan bastante descarriados y pide a Dios que les hable al corazón; pero no parece que las cosas cambien, y cree que Dios guarda silencio; que está distante, ajeno a sus necesidades.

Cuando hemos sido lastimados, o estamos en gran necesidad, su silencio pudiera parecernos difícil de entender. ¿Tiene Dios algún propósito para esto? Sí. Dios usa el silencio para buscar nuestra intimidad y crecimiento espiritual con Él. En medio de los tiempos de sufrimiento aprendemos a amar al Señor por lo que Él es, y no por lo que Él puede hacer por nosotros.

¿Cuándo Dios guarda silencio?

La historia de Lázaro es un buen ejemplo de alguien que era un buen amigo de Jesús, y que con cierta frecuencia iba a su casa para descansar.

Cuando Lázaro enfermó, sus hermanas enviaron a decir: «Señor, he aquí el que amas está enfermo» (Jn 11.3). Le avisaron, creyendo que Él iría inmediatamente a verlos, porque sabían de su profundo amor hacia ellos.

Tal vez imaginaron que Él se apresuraría a venir a ellos en su angustia familiar. Pero, en vez de salir corriendo para consolarlas, Jesús «se quedó dos días más en el lugar donde estaba» (Jn 11.6).

Sin duda, Marta y María estaban extrañadas del silencio del Señor, pero Él tenía razón por la tardanza. Cuando Jesús finalmente fue a verlos, pudo glorificar al Padre levantando a Lázaro de entre los muertos.

¿A qué se debe que Dios guarde silencio?

Mateo 6.33 dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».



Aunque creemos esta verdad del evangelio, muchas veces Dios continúa en silencio.

Lo más seguro es que todos lo hayamos experimentado si hemos orado y pedido por una decisión importante, y no ocurre nada.

La «demora de Dios» podría impacientarnos hasta el punto de llegar a cuestionar muchas
Cosas acerca de Dios.

Así que, en esas situaciones debemos preguntar: «Señor, ¿qué es lo que deseas hacer?».

En Apocalipsis 8.1 durante, la Gran Tribulación, se nos enseña a esperar:
 «cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora».

Las dimensiones del silencio de Dios son muy buenas y positivas.

Razones para el silencio de Dios:  
Captar nuestra atención:

¿Estamos prestando atención a la voz del Señor? A veces el mundo nos tiene atrapados en lo que está sucediendo y por lo tanto no lo escuchamos, o lo ignoramos. No hay tiempo para Él, y lo silenciamos.

Recuerde: Dios no está sujeto a nuestras órdenes, a venir cuando le llamemos o que haga lo que nosotros queramos. Él quiere captar nuestra atención y para lograrlo, «guarda silencio».

_ Pecado no confesado:
¿Hay pecado en su vida? El pecado nos impide escuchar la voz de Dios. Cuando confrontamos nuestro pecado, Él quita todo lo que causa daño en nuestras vidas y establece una nueva comunicación. Él quiere que seamos conscientes de todo lo que nos hace insensibles a su voluntad y a su propósito.

_ No estamos listos para escucharlo:
 ¿Estamos listos a ceder el control de nuestra vida? Cuando logremos entender que Él es el único soberano del universo a quien rendimos el primer lugar de nuestras vidas y que solo a Él debemos obedecer, en ese momento nos dará nueva dirección en nuestra vida.

_ Nos enseña a confiar en Él:
¿Estamos confiando en el Padre celestial? Manipular nuestras circunstancias impide que prendamos a confiar plenamente en Dios.
 Queremos honrarlo, pero nos da miedo confiar en Él si «guarda silencio». Si está en silencio no es que haya cambiado o que esté inactivo, ni tampoco que no haya escuchado.
Recuerde su promesa: «No te desampararé, ni te dejaré» (He 13.5).


_ Nos enseña a distinguir plenamente entre su voz y otras voces:
Recuerdo que cuando yo era niño, tenía cinco amigos y jugábamos todas las tardes. Sabíamos que a la hora de la cena nuestras madres nos llamarían. Yo podía distinguir la voz de mi madre de las otras madres. Muchos nos aconsejarán sobre lo que debemos hacer, pero el estar a solas con Dios en silencio, nos enseñará a distinguir entre lo que Él nos diga y lo que otros puedan decirnos.

_ Desea la intimidad con nosotros:
Su meta es tener relación muy profunda y firme con cada uno de nosotros. Él quiere que confiemos solo en estar en la presencia de Dios, que vayamos más allá de: «Necesito esto o quiero aquello».

¿Cómo debemos reaccionar?

_ Preguntando a Dios ¿Por qué?

A Dios no le molesta que le preguntemos. Nos comprende a la perfección; sabe realmente lo que nos motiva.

 Recordando que su silencio no quiere decir que Él esté inactivo sino que está haciendo algo bueno en nosotros

 Confiando en Él con quietud;

creyendo, «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» (Sal 46.10).

Él es soberano, y en el momento apropiado confrontará todo lo que nos afecte o
preocupe; así lo ha prometido.

 Anticipando una relación más intima con Él.

Dios se interesa personalmente por nosotros, solo debemos esperar el tiempo oportuno. Si
guarda silencio es porque quiere acercarnos para que tengamos una relación más estrecha con Él, según se lo permitamos.

 Respetando su derecho al silencio.

Dios no tiene ninguna obligación con nosotros. Se lo podremos preguntar pero no tenemos por qué saberlo. Puede ser que Él guarde silencio para que entendamos que Él merece respeto en la decisión que planeó con antelación para nosotros.

 Leyendo la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo que habita en nosotros, que conoce nuestra necesidad, y cada detalle de nuestra vida, hablará a nuestro ser al leer su Palabra.

Si dios continua en silencio siga Hablando (Oración) siga leyendo (palbra)

CONCLUSIÓN:

El silencio de Dios es excelente, nos ayuda a refinar nuestro carácter y a entender las
bendiciones de su voluntad, plan y propósito para nuestras vidas. Su distancia aparente se
convertirá en nuestra oportunidad para buscarlo con más intensidad. Si logramos relación estrecha con Dios, llegaremos a tener la mente de Cristo, su amor, y su voluntad para nuestra vida. En este punto del camino, habremos apredido a entender que su silencio tiene como propó

0 comentarios: